Barcos Fantasma
EL MISTERIO DEL “MARY
CELESTE”
Es un hecho relativamente frecuente en
la historia de la navegación que desaparezcan barcos con su
tripulación sin que se halle rastro ni de unos ni de otros, véase
el caso del “Castillo Montjuich” o mas recientemente el pesquero
“Montrove”por referirnos a casos recientes de barcos españoles.
En el primer caso podemos aventurar, con poco margen para
equivocarnos, que un cúmulo de circunstancias, todas ellas
conocidas, provocaron el hundimiento del barco sin tiempo ni a pedir
socorro.
El segundo caso lo envuelve el
misterio, aunque parece lógico pensar que el barco también
naufragase sin tiempo a nada, pero salvo el tiempo transcurrido sin
saber nada de el, carecemos de cualquier otro indicio que nos
permita aventurar que así ha sido.
El caso del “Mary
Celeste” como otros, es bien distinto, pues el barco
aparece sin tripulación y sin nada que nos haga entrever cual fue la
causa de su abandono.
En
1872, la embarcación Mary
Celeste
fue hallada navegando a la deriva. La comida estaba servida y los
botes salvavidas en su lugar, pero la tripulación había
desaparecido inexplicablemente. Muchas han sido las teorías que se
han lanzado acerca de este misterio que aún hoy en día sigue sin
poder ser explicado.
El caso de un barco que aparece inexplicablemente vacío
de vida, no es algo que solo pertenezca a la historia negra del Mary
Celeste, ya que muchos otros barcos y navíos han sido los
que han sufrido éste hecho. A lo largo dela historia marítima, no
es extraño encontrarnos con este tipo de enigmas, naves en perfecto
estado abandonadas sin razón aparente por la tripulación que
parecen haberse desvanecido para siempre. Ejemplo de esto tenemos al
barco francés Rosalie , que apareció en 1840con sus velas
izadas y todo su cargamento, sin nada que evidenciara la suerte de
sus ocupantes. Diez años más tarde fue hallado cerca de Newport
(EE.UU.) el Seabird , con sólo un perro a bordo y con sus
instrumentos de navegación funcionando. En 1883 sucedió algo
similar con la goleta J.C. Cousins , que encalla frente a
las costas de Oregon. En su interior no había marineros, pero la
mesa estaba puesta y la cocina caliente. Y la lista sigue, pero el
caso que nos ocupa en este artículo es el del Mary
Celeste.
La goleta inglesa Dei
Gratia navegaba a unas 600 millas de las
costas portuguesas, el 5 de diciembre de 1872 cuando avista un barco
que llamó poderosamente la atención de su capitán porque con las
velas desplegadas, iba zigzagueando. Intenta comunicarse con su
tripulación, pero al no recibir respuesta y no ver a bordo a
persona alguna, ordena a tres marineros que o aborden. La misteriosa
nave era el Mary Celeste,
cuya tripulación desapareció inexplicablemente dejando todo intacto
en su interior: la pipa del capitán todavía humeaba, la carga de
1.700 toneladas de alcohol estaba completa, la cocina prendida y la
comida en la mesa. Los botes salvavidas, libros, cartas, dinero y un
medallón de oro también permanecían en su lugar. Éste fue el más
llamativo de los sucesos ocurridos, aunque no el primero, de una
larga lista de acaecimientos, que forjaron su leyenda negra.
La historia del Mary
Celeste comienza con su construcción en el año 1860, en
los astilleros de Joshua Dewis, situados en Spencer's Island, Nueva
Escocia (Canadá), era un bergantín de 31 metros de eslora y 282
TRB. Primer barco de un consorcio de constructores navales, en un
principio fue bautizado con el nombre de Amazon,
y fue botado en 1861. El primer capitán de esta embarcación fue el
escocés Robert McLellan, que cayó enfermo y murió poco después de
asumir el mando.
En el primer viaje del Amazon,
el barco sufrió su primer percance al topar con una encañizada de
pesca cerca de Maine. Los daños sufridos en el casco obligaron a que
le la embarcación tuviera que volver a los astilleros. Casualmente,
un incendio se originó donde estaba siendo reparado el barco, hecho
que le costo el puesto al segundo de sus capitanes, John Nutting
Parker.
Cuando todo estuvo preparado, el Amazon
cruzó por primera vez el Atlántico sin problemas, hasta que llegó
al estrecho de Dover, donde chocó con un bergantín. Éste se hundió
y el Amazon tuvo
que ser reparado de nuevo, lo que causó que su tercer capitán
marchase en busca de otro puesto. Después de las reparaciones y del
nombramiento de otro capitán, el Amazon
volvió a América y, acto seguido encalló cerca de Cow Bay, en la
isla de Cape Breton (Nueva Escocia).
A partir de este momento,
la historia del Amazon
toma otro camino. Fue sacado del entorno rocoso en el que se
encontraba, y vendido varias veces. Muchos de los negocios de sus
propietarios quebraron sin obtener beneficio alguno. Al final, un
consorcio de armadores de Nueva York llamado “ J. H. Winchester
& Co.” se hizo cargo del barco. Es necesario decir, que
cuando esta compañía se hizo con el Amazon,
éste ya no presentaba el aspecto original, ya que tras sus numerosas
reparaciones, el navío había sido agrandado y llevaba los colores
de EEUU. Por si esto fuera poco, el nombre del barco también cambio,
y pasó a llamarse “Mary
Celeste” . Una nueva tripulación al mando
del Capitán Benjamin Briggs, al que acompañaban su esposa y su hija
de 2 años, se hizo cargo del barco.
El sábado 2 de Noviembre de 1872 en Nueva York, la
tripulación subió a bordo. La carga de 1.701 barriles de alcohol
desnaturalizado, fue asegurada en las bodegas barco. El destino de la
carga era la de Génova (Italia). A primera hora del 5 de noviembre
el Mary Celeste fue
remolcado desde el muelle 44 hasta la bahía de Staten Island, Nueva
York. El Atlántico estaba muy tormentoso para la época, y Briggs
tuvo que echar el ancla durante dos días antes de zarpar. El 7 de
noviembre fue el día en el que la tripulación y el navío zarparon
rumbo a Europa.
Un mes después, exactamente el 5 de diciembre, hacia las tres de
la tarde, la tripulación del Dei
Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta
Gibraltar, avistó el bergantín cerca de las Azores. El
capitán de este barco, David Reed Morehouse, conocía a Briggs, por
lo que, cuando estuvieron los dos barcos lo suficientemente cerca y
leyó el nombre, se temió lo peor, ya que de inmediato se dio cuenta
de que no había nadie en cubierta. El capitán mandó a algunos de
sus hombres al Mary
Celeste, para registrarlo y ayudar si fuese necesario.
El 1er.Oficial acompañado de dos marineros remaron hasta el Mary
Celeste, y mientras un marinero permanecía en el bote los
otros subieron a bordo.
Durante la hora
siguiente, revisaron el Mary
Celeste de proa a popa. Los botes estaban sin arriar, en
el sollado de la marinería, en el interior de la embarcación, no
había nadie. La vela de estay fue hallada en la zona de proa, pero
el trinquete y el trinquete superior habían volado de las vergas y
se habían perdido. El foque, la vela de estay del palo mayor y la
gavia inferior estaban izadas. El resto de las velas estaban
plegadas. Algunas jarcias estaban enmarañadas, otras habían sido
arrancadas por el viento y colgaban destrozadas. El timón giraba
libremente, y la bitácora había sido golpeada y estaba rota. La
escotilla principal estaba cubierta por un encerado y sujeta, pero
algunos de los encerados habían sido retirados y fueron hallados
cerca de las escotillas. La cocina estaba vacía, en el suelo el agua
alcanzaba una altura inferior a los 30 cm, y las provisiones para
seis meses apenas se habían estropeado y había abundante agua
dulce.
El 1er.Oficial se sorprendió aún más
al hallar en la cocina, sobre un fogón todavía caliente, una
cacerola conteniendo un pollo recién cocido y unas tazas de té aún
tibio descansando en la mesa central. Las calas desiertas pero con
mil setecientas barricas de alcohol y víveres. Los camarotes estaban
intactos sin que nada indicara que faltaba cosa alguna. Deveau
encontró muebles, cartas, libros, prendas de vestir y hasta una
pequeña cantidad de dinero, alhajas y un pequeño medallón de oro.
En el sollado de proa, reservado a la tripulación, todo estaba en su
sitio: los encerados de los marineros, sus sacos, sus botas, e
incluso unas cuantas pipas y ropa tendida en unas cuerdas. Todo
estaba intacto y nada indicaba que se hubiera producido un motín.
En pocas palabras, los dos
marineros del Dei Gratia
se dieron cuenta que el Mary
Celeste estaba en mejores condiciones que muchos de los
barcos que cruzaban regularmente el Atlántico, y pese a algunos
signos que indicaban que el barco había soportado recientemente una
tormenta, resultaba inexplicable que su tripulación lo hubiese
abandonado por capricho.
En la mesa del camarote del capitán
Briggs, el Oficial encontró el diario provisional de a bordo. Decía:
«Lunes 25. A las 5 llegamos a la isla de St Mary, en dirección ESE.
A las 8, la punta este estaba al SSO, a 3 km de distancia.» En el
camarote del primer oficial, encontró un mapa que mostraba el rumbo
del barco hasta el 24 de noviembre.
En el barco no se encontraron el
cronómetro, el sextante, el libro de navegación , ni tampoco una
pequeña yola o bote que había estado amarrada a la escotilla
principal. Un trozo de barandilla había sido arrancado para lanzar
el bote al agua. Esto, por lo menos, aclaraba la forma en que había
desaparecido la tripulación: había abandonado el barco. Pero, ¿por
qué? ¿Qué razones pudo tener un marino experimentado como Benjamin
Spooner Briggs para abandonar un barco en perfectas condiciones
metiendo a su mujer y a su hijita, con los siete miembros de la
tripulación, en un bote pequeño y poco estable? Abandonar un barco
es una medida desesperada, algo que sólo se hace cuando no hay otra
alternativa; sin embargo, como declaró después uno de los
tripulantes del Dei Gratia,
el Mary Celeste
estaba en condiciones de dar la vuelta al mundo. Entonces, ¿por qué
fue abandonado?
El capitán Moorhouse
fue informado inmediatamente sobre el suceso y sólo le cupo pensar
que la infeliz tripulación había sido víctima de una enfebrecida
tormenta.El 1er.Oficial, contradijo inmediatamente esta teoría:
había encontrado una máquina de coser y sobre ella un frasco de
aceite que difícilmente hubiese aguantado ahí de haber sufrido un
fuerte oleaje. El capitán miró a su segundo. En su rostro se
reflejó la perplejidad.
Según las leyes marítimas
internacionales, quien salva un barco abandonado tiene derecho a un
porcentaje del valor del barco y su cargamento. Generalmente, esos
barcos se han hundido, pero el Mary
Celeste, que estaba a flote, y su carga valían una suma
importante, y sus salvadores podían esperar unos 80.000 dólares. Al
capitán Morehouse no le consumía la avaricia, como han sugerido
testimonios posteriores, y de hecho se resistía a reclamar la
recompensa por el Mary
Celeste. No le sobraban los hombres, y el formar una nueva
tripulación para el Mary
Celeste implicaba que ambos barcos quedarían desprovistos
en caso de emergencia. Pero el 1er.Oficial terminó por convencerle y
el capitán Moorhouse decidió finalmente llevarse consigo el
bergantín fantasma a Gibraltar, y allí, tratar de dar explicación
a éste misterio.
Al 1er.Oficial y a dos marineros, sólo les llevó dos
días poner en orden al Mary
Celeste, y después los dos barcos pusieron rumbo a
Gibraltar. El Dei Gratia
llegó el 12 de diciembre y el Mary
Celeste a la mañana siguiente.
A pesar de los muchos
interrogatorios, investigaciones y teorías desplegadas por el
tribunal del Almirantazgo, no se logró llegar a ninguna conclusión
sobre el misterio del Mary
Celeste.
Este
mismo tribunal concedió al capitán y tripulantes del Dei
Gratia, una recompensa de 1.700 Libras esterlinas, una
cantidad ridícula si nos atenemos a las expectativas teniendo en
cuenta el valor del buque y carga salvados.
Es posible que el doctor
Cobb, sobrino del desaparecido capitán Briggs, diera con la
respuesta en una pequeña obra que publicó en 1940 y cuyo título
era “ Rose Cottage” :
Mi explicación es la
siguiente: La tarde del 24 de noviembre de 1872 el capitán Briggs,
temiendo una explosión del cargamento de alcohol, embarcó a su
mujer y a su hija en el bote desalvamento, en
compañía del señor Richardson y un marinero. Otro marinero quedó
encargado de mantener el bote bien alejado del costado del bergantín.
El contramaestre señor Gilling y un tercer marinero desamarraron la
driza de pico para utilizarla como remolque. El cuarto marinero
se puso al timón. El capitán bajó en busca del cronómetro, el
sextante y la documentación del barco. El cocinero reunió víveres
para abastecer la pequeña embarcación. Se llevó indudablemente
todos los alimentos ya preparados, puesto que no los había en el
Mary Celeste
cuando el barco fue encontrado.Es posible que entonces se produjese
una pequeña explosión, que hizo saltar la escotilla de la bodega y
la dejó boca arriba sobre cubierta. Los tripulantes, atemorizados,
se apresuraron a evacuar el barco. El hombre que estaba al timón
trató de sacar el compás de la bitácora, obedeciendo sin duda
órdenes del capitán. Pero sólo consiguió desplazar la bitácora y
romper el compás.
Durante ese tiempo, el
barco se mantenía en facha, con una brisa que soplaba del sur. Las
velas de gavia y la mesana estaban tomadas por avante, con el
resultado de que le barco se mantenía casi inmóvil.
Probablemente el
viento no era muy fuerte. La cangreja, que era la vela mayor, estaba
probablemente envergada a la botavara. Por lo tanto, la driza de pico
se encontraba disponible para servir de cabo de remolque y sin duda
fue amarrada en la boza del bote, el cual se alejó a toda prisa del
costado del Mary
Celeste. Precisamente en aquel instante llegó
una racha del norte que, llenando las velas cuadras, hizo avanzar al
buque hacia el este. El cabo de remolque se tensó, pues se hallaba
sujeto por el otro extremo al chinchorro, pesadamente cargado e
inmóvil. Partiendo de su punto de fijación en el cangrejo y pasando
por la parte de la empavesada, que había sido quitada para facilitar
la maniobra de arriar el bote, la driza se presentó bajo un ángulo
agudo a través de un extremo y sin duda se partió, dejando el bote
a la deriva a unos 120 metros de distancia.
Incluso con una brisa
moderada, el bergantín debió de avanzar más deprisa con sus velas
que le bote con sus remos. El capitán Moorhouse decía: "debieron
remar como locos en aquella embarcación". Es verdaderamente
curioso que, durante tantos años, nadie haya hablado jamás de este
empleo evidente que se hizo de la driza de pico.
No pretendo que mi
teoría resuelva completamente el misterio, pero sostengo que todos
sus puntos reposan sobre hechos comprobados. Un cabo de cordaje, sólo
de tres o cinco metros de largo, hubiera podido constituir la clave
de todo el enigma.”
El
Mary
Celeste
fue devuelto a su propietario, y bajo el mando del capitán George W.
Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó
su carga. Entonces lo vendió ,se dijo que con una considerable
pérdida, y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de
manos no menos de 17 veces. Ninguno de sus propietarios dijo nunca
una buena palabra de él. Anduvo dando bandazos por la costa de los
Estados Unidos, perdiendo cargamentos, velas y marineros, encallando
e incendiándose con increíble regularidad. Parecía que el Mary
Celeste
era víctima, desde que fue botado, de una especie de maldición. El
Mary
Celeste
acabó sus días en 1885, cuando su último capitán, G.C Parker,
lanzó el bergantín intencionalmente contra los arrecifes Rochelais,
cerca de Haití, para cobrar el seguro. Acusado de fraude, Parker
murió en extrañas circunstancias antes del juicio.
Mientras tanto, el oleaje fue
destrozando poco a poco los pedazos del Mary
Celeste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario